En nombre de los dioses, Frigg madre de Bálder actuó para prevenir la desgracia. Le hizo jurar a todas las criaturas y todas las cosas que lo respetaran y no le hicieran ningún mal a Bálder: «al fuego y al agua, al hierro y a todo tipo de metales, a las rocas, a la tierra, a los árboles, a las enfermedades, a las bestias, a los pájaros, al veneno, a las serpientes».
Todos juraron. Cuando esto estuvo confirmado, se convirtió en un entretenimiento el colocar a Bálder en el centro de cada reunión, los Thing de los Ases, para que los reunidos le arrojaran toda clase de piedras y flechas, y lo golpearan con la espada. Pero nada podía herirlo.
Loki, con una maldad sin motivo planeó la desgracia. Se disfrazó de mujer, y fue en busca de Frigg para preguntarle si sabía lo que estaban haciendo los ases en el Thing. «Ni armas ni maderas dañarán a Bálder, les he tomado juramento a todas»,
«¿A todas? », preguntó Loki.
«Al Oeste del Walhalla crece un brote de una rama mágica a la que llaman muérdago. Me pareció demasiado joven para pedirle juramento», reveló Frigg.
Loki fue ha buscar el muérdago, arrancó del suelo el brote y se lo llevó al lugar donde estaban jugando los dioses.
El dios ciego Hod estaba sin hacer nada.
«¿Por qué no le estás tirando algo a Bálder?»
«En primer lugar, no puedo verlo; en segundo, no tengo nada que tirarle.» Loki tentó a Hod señalando lo maravilloso que sería demostrar la invulnerabilidad de Bálder.
«Te señalaré dónde está; y tú, tírale este astil.» Hod lo tiró en la dirección señalada por Loki, lo hirió en el corazón, y Bálder cayó muerto.
La consternación y el dolor embargaron a los dioses. El juego había tenido lugar en su sitio de reuniones, un lugar sagrado. No podían vengarse allí del asesino de Bálder, aunque sabían perfectamente quién había sido. Apenas podían hablar por el llanto. Entonces los dioses se reunieron y Frigg preguntó quien sería el que, ganándose todo su amor y su favor, viajaría al infierno e intentaría encontrar a Bálder y rogarle a Hel que lo devolviese a Asgard. Hermod, hijo de Odín, fue quien se ofreció voluntario, montó el veloz Sleipnir, el caballo de ocho patas de Odín y partió hacia Hel.
Mientras tanto, los dioses prepararon el cuerpo de Bálder para la pira. Planearon hacerla en el Hringhorni, el barco de Bálder. Al funeral acudieron gentes de toda condición: Odín, con Frigg y las Valquirias y con sus cuervos, Frey con su carro tirado por el jabalí Gullinbursti, Heimdall montando a su caballo Gulltopp, Freya conducida por sus gatos. Odín puso en la pira su anillo de oro, Draupnir, que cada nueve noches goteaban de él ocho anillos de gran peso, y también el caballo de Bálder, que fue llevado a la pira con sus arreos.
Llevaron el cuerpo de Bálder a bordo y allí su viuda Nanna se murió de pena, el dolor partió su corazón, y cayó muerta al lado de su esposo. teniendo que ser también puesta en la pira.
El Hringhorni había sido traído a tierra y ahora no podían botarlo de nuevo en el mar. Mandaron buscar a una bruja, a Hyrokkin, que llegó cabalgando un lobo y usando como brida una víbora. Y de un solo empujón lo envió tan rápidamente al mar que los rodillos se convirtieron en llamas y toda la tierra tembló.
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Hermod transmitió este mensaje. Los dioses enviaron embajadores por todo el mundo para pedir que Bálder fuese llorado, y todos lo hicieron: hombres, criaturas, tierra, rocas, árboles y todos los metales. Cuando los mensajeros estaban de regreso, llegaron a una gruta en la que estaba una gigante que dijo llamarse Thokk, que no era otro que Loki disfrazado nuevamente.
Ellos le pidieron que llorase para que Bálder saliera de los infiernos. Ella replico con estos versos.
«Lagrimas secas son la que se desprenderán de Tokk.
En la pira funeraria de Bálder. Vivo o muerto, jamás el hijo del hombre me ha servido, dejemos que Hel retenga lo que es suyo.»
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