Cuando Balder, dios de la primavera, era apenas un niño, su madre, Frigga, diosa del amor y la belleza, tuvo un sueño en el que se le alertaba sobre la muerte de su hijo, advirtiéndole que al momento que esto ocurriera, todo ser viviente sobre la tierra perecería con él. Alarmada por dicha amenaza, Frigga habló con los cuatro elementos y todo ser viviente, haciéndoles prometer que nada ni nadie le haría daño. Sin embargo, a Frigga se le olvidó acercarse al muérdago por considerarle insignificante e inofensivo. El malévolo dios Loki se aprovechó de la oportunidad y elaboró una lanza con punta de muérdago para quitarle la vida al pequeño.
Con su muerte, se cumplió la profecía, y al instante, el cielo palideció, las plantas comenzaron a morir, a la par que el planeta se iba envolviendo por primera vez en la crudeza del invierno. Frigga lloraba desconsoladamente. Conmovidos, los dioses le devolvieron la vida a su hijo, no sin antes castigar a la pequeña planta por haber causado tanta desdicha.
Por su parte, una vez devuelto a la vida y como muestra de amor y agradecimiento a su madre, Balder ordenó que en adelante, cada vez que una pareja pasase bajo una rama de muérdago, debía besarse para perpetuar el amor en la tierra.
(leyenda escandinava)
Con su muerte, se cumplió la profecía, y al instante, el cielo palideció, las plantas comenzaron a morir, a la par que el planeta se iba envolviendo por primera vez en la crudeza del invierno. Frigga lloraba desconsoladamente. Conmovidos, los dioses le devolvieron la vida a su hijo, no sin antes castigar a la pequeña planta por haber causado tanta desdicha.
Por su parte, una vez devuelto a la vida y como muestra de amor y agradecimiento a su madre, Balder ordenó que en adelante, cada vez que una pareja pasase bajo una rama de muérdago, debía besarse para perpetuar el amor en la tierra.
(leyenda escandinava)
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