Cuentan las leyendas
que hay un paraíso
lleno de color
de corazones alados
De hadas y duendes
donde están
las almas enamoradas,
las que saben amar.
Cuentan las leyendas,
que lo fundaron,
dos amantes,
con corazón de diamante.
Una pareja ejemplar,
que vivía en la pobreza,
pero con toda su riqueza,
que era su amor, amar.
Quisieron reafirmar su amor,
dando vida a la vida,
para traer a un nuevo ser,
fruto de los dos,
fruto del amor.
Ella con su preñez,
seguía haciendo feliz... ,
a su amor,
sus nueves meses de pasión.
Pero la desdicha llamo a su puerta,
días de nieves, fríos y heladas ,
cuando el bebe... ,
decidió hacer su entrada.
El esmerado acariciaba a su amada,
con caricias, amor, ánimos, pasión.
El nuevo ser no podía salir,
cual horca segaba su cuello,
su propio alimento...,
el que vida le daba,
ahora la muerte,
en un fuerte nudo hallaba.
Antes de abrir su mirada,
apagando su luz,
sin nadie poder hacer nada.
El salió corriendo en busca de ayuda,
en la noche fría,
entre la noche oscura.
Él a ella le dijo... .
No temas amada mía,
con ayuda vendré,
y saldremos airosos,
no tendremos tal desdén.
En su caballo a galope,
el corría entre la tormenta,
un alud a la vuelta,
callo sobre él.
En su agonía,
solo veía a su amada,
el pedía a gritos,
sálvamelos cuida de ellos,
los necesito,
no puedo partir sin verlos.
Ella entre dolores,
intentaba parir,
cuando un vuelco el corazón,
le hizo decir.
Algo no va bien,
algo pasa aquí,
siento pena no dolor,
te necesito amor.
En esos momentos,
de la nada surgió una luz,
como una aparición,
vio a su amor.
Sin palabras,
él cogió al pequeño,
que yacía entre las piernas,
acogiéndolo entre sus brazos,
con su alma se quedo.
Ella desvanecía,
sentía perder el ser.
Su amado le dio la mano,
para que se dejara llevar,
ella vio a su hijo reír,
entre los brazos de su padre.
Déjamelo coger,
déjamelo acariciar,
es nuestro corazón,
latiendo a un mismo son.
Ella desangrada,
iba perdiendo la luz,
pero otra nacía,
era la de su amor.
Tras las nevadas,
la primavera llego,
el deshielo,
las flores... .
Verdes coloridos,
osas rojas de pasión,
y en medio,
una casita.
Rodeada de flores,
con una gran luz,
dando la sensación,
de querer clamar tu atención.
Allí yacían los cuerpos,
de la familia que pereció,
tan unida,
que en piedra se quedo.
Dicen las leyendas,
que en la noche,
la casa brilla,
haciendo un haz de luz.
Que sale desde la casa,
que emerge en los cielos,
y se puede ver en las estrellas,
un Pegaso cual corcel,
que lleva a una pareja,
y un angelito tras él.
Cuentan las leyendas,
que el amor era tal,
que bajan para salvar,
a corazones alados,
que como ellos,
han sabido amar.
Y sus almas siguen vivas,
amándose para la eternidad.
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