Un guerrero samurai fue a ver al maestro Hakuin y le preguntó:
- ¿Existe el infierno?
- ¿Existe el cielo?
- ¿Dónde están las puertas que llevan a uno y al otro?
- ¿Por dónde puedo entrar?
Hakuin le respondió con una pregunta:
- ¿Quién eres?
- Soy un samurai – le respondió elguerrero -, un jefe de samurais.
- Hasta el emperador mismo me respeta.
- ¿Existe el infierno?
- ¿Existe el cielo?
- ¿Dónde están las puertas que llevan a uno y al otro?
- ¿Por dónde puedo entrar?
Hakuin le respondió con una pregunta:
- ¿Quién eres?
- Soy un samurai – le respondió elguerrero -, un jefe de samurais.
- Hasta el emperador mismo me respeta.
Hakuin se rió y contestó:
- ¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo.
Sintiendo su orgullo herido, el samurai desenvainó su espada y,
ya estaba al punto de matar a Hakuin, cuando éste le dijo:
- Ésta es la puerta al infierno
Inmediatamente el samurai entendió.
Puso de nuevo la espalda en su cinto, y Hakuin dijo:
-Y ésta es la puerta del cielo
- ¿Un samurai, tú? Pareces un mendigo.
Sintiendo su orgullo herido, el samurai desenvainó su espada y,
ya estaba al punto de matar a Hakuin, cuando éste le dijo:
- Ésta es la puerta al infierno
Inmediatamente el samurai entendió.
Puso de nuevo la espalda en su cinto, y Hakuin dijo:
-Y ésta es la puerta del cielo
Fuente: cuento tradicional Zen
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