Cantábria cuenta con una interesante historia sobre el origen de las sirenas, recogida por García Lomas, que no deja de ser una variante de la leyenda mas programada sobre su origen:
La maldición de una madre a su hija.
Una joven muy linda, de cutis blanquisimo, prodigiosa esbeltez y cantarina en extremo, tenia irresistible afición a recorrer los acantilados o escarpes mas peligrosos para pescar marisco y también para satisfacer sin tasa su apasionada propensión a cantar escogidas arias.
Fue reprendida repetidas veces por su madre para evitarle una posible desgracia y para q moderase sus ininterrumpidas cantinelas. Pero la chica, haciendo oídos sordos, nunca tomo en cuenta las amonestaciones de su madre. Por el contrario, empecinada y presa de deleitación, la enmienda no llegaba, imitándose a recordarlas como si fuesen triviales bagatelas. Y burlona o inconsciente solía tararear canciones sobre los peñascos, embriagada de euforia.
Pero la madre, cansada y harta de tan tenaz des-obediencia y avenamiento, le lanzo en un momento de arrebato la siguiente maldición:
-¡Así permita el Dios del cielo que te vuelvas pez!
Convirtiéndose, en su inmediata escapada a los acantilados, en una bonísima mujer pero con cola de pescado en vez de piernas.
De este cuento surgió una famosa cantinela, que fue popular y aun hoy se recuerda:
La sirena de la mar
Es una moza muy maja
Que por una maldición
La tiene Dios en el agua.
Sirenita de la mar
Natural de Santander
Q por una maldición
Llevas nombre de mujer.
Mi destino es ser amante
De una sirenita del mar
Pues amar no podre nunca
Mujer alguna mortal.
Además, hay otra canción en el folclore montañés:
Vi varada una sirena
En la playa del Puntal;
Yo me acercaba a la arena
Y ella buscaba la mar.
Como es sabido, un pescador que consigue capturar una sirena (cuyos ojos suelen ser del color verde turquesa) recibe como recompensa de Lantaron, el rey-tritón del Cantábrico, un regalo excepcional: el derecho a casarse con ella. Para ellos, el pescador debe besar enseguida a la sirena, cuya cola se transforma inmediatamente en dos hermosas piernas. Además, la sirena le entrega su espejo de nácar, que él debe esconder de manera que ella no pueda hallarlo, pues, si así fuera, el hechizo termina, vuelve a transformarse en sirena y regresa al mar. Esta continua esperanza de poder volver algún día al mar es lo que explica que las ex-sirenas no amen a sus maridos.
Autor: Jesús Callejo.
Son preciosas las fotos y las canciones.Gracias.
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