Era muy temprano en la mañana, casi antes de amanecer. Las criaturas de la noche volvían a sus escondites y la neblina comenzaba a disiparse. Podía oírse un susurro de hojas y hierba crujiendo por sobre un ruido que parecía un golpe sordo que se escuchó de repente. Un pequeño roedor del bosque se escabulló desde un sector del claro al otro extremo con rapidez.
Una de sus alas se había desprendido de la espalda de una joven y tímida ángel, a medida que los primeros rayos de la mañana acariciaban su cuerpo. Sangraba por su dolorosa herida así como también de su corazón enamorado.
No había nadie que pudiera posar su brazo alrededor en forma de consuelo, nadie que la hiciera sentir a salvo. Habría sido al revés, cuando el Amor estaba siempre presente, aunque ahora esos recuerdos se desvanecían suavemente.
Con desconcierto también se borraban los recuerdos de la comunidad de otros ángeles. Aveces hasta se preguntaba si de verdad Dios habría existido. Esa duda crecía cada vez mas intensamente, como parte de un deseo humano. Todos de alguna manera siempre deseamos ese "jardín secreto" para sentirnos completos junto a nuestra verdadera alma gemela. Pero ya no importaba. Su sobrevivencia ahora sólo dependía de su voluntad.
Si todos pudiéramos seguir el "plan celestial", aún en nuestra propia imaginación, sería muy sencillo que un día pudiera hacer crecer nuevamente sus alas y danzar volando libremente sobre las nubes para el deleite de su creador.
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