Al principio somos hijos de las tinieblas.
Tu cuerpo y tu cara se formaron en la benévola oscuridad.
Viviste tus primeros nueve meses en las aguas oscuras del vientre de tu madre.
Tu nacimiento fue un viaje de la oscuridad hacia la luz.
Durante toda tu vida, tu mente vive en la oscuridad de tu cuerpo.
Cada uno de tus pensamientos es un instante fugaz, una chispa de luz que proviene de tu oscuridad interior.
El milagro del pensamiento es su presencia en el lado nocturno de tu alma; el resplandor del pensamiento nace en las tinieblas.
Cada día es un viaje.
Salimos de la noche al día.
La creatividad nace en ese umbral primero donde la luz y las tinieblas se prueban y se bendicen entre sí.
Solamente encuentras equilibrio en la vida cuando aprendes a confiar en el fluir de este ritmo antiguo. —
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